LAS MOTIVACIONES DE LA CORRUPCIÓN

“También pienso en esa clase aparentemente rica, aunque en realidad la más terriblemente empobrecida de todas, que ha acumulado escoria, pero no sabe cómo usarlo, ni como deshacerse de ella, por lo que ha forjado sus propios grilletes de oro y plata.”

HENRY DAVID THOREAU (1817-1862)  

Se han hecho mediciones de cuanto le cuesta al país y a cada familia, los actos de corrupción; lo que no es posible medir es el efecto que en las personas causa ser corrupto, el como se puede llegar al grado de perder la sensibilidad y límites; el cómo pueden llegar a hacer de la corrupción un estilo de vida y vivir de la “mordida” más allá del salario en nómina; incluso, cuando ello implique quitarle a muchos, lo poco que tienen o negarles aspectos fundamentales como el acceso a la salud o alimentación.

No se pueden medir los efectos que causa, en la vida del funcionario corrupto, aún cuando vaya diciendo, en eventos públicos, que se está combatiendo a la corrupción; y el auto familiar haya sido comprado con ganancias indebidas o el club deportivo sea pagado con esos recursos obtenidos fuera de la nómina. Tampoco se pueden medir esos efectos en la vida del empresario que ha construido su patrimonio a través de practicas de corrupción.

No es dable medir el impacto ético o establecer la escala de valores que pudiesen generar un reproche público al corrupto; se conoce quien es, pues lo identificamos en la ventanilla del trámite a realizar o conocemos al empresario que inexplicablemente, de la noche a la mañana, paso a ser “el nuevo rico”; pero en realidad desconocemos quién es, su esencia, la persona en que se ha convertido y los motivos para ello.

La vida de las personas va más allá de un periodo de gobierno, de un cargo en el servicio público o de una buena relación con la gente del gobierno; al final, cada uno se queda consigo mismo, para recoger los delicados y dulces frutos de las cosas correctas que hicimos o la hiel y las miserias que trabajamos; estos últimos, no se pueden intercambiar por el auto último modelo o la casa más lujosa de la ciudad.

Después de esto, podría formular el siguiente cuestionamiento:

¿En realidad vale la pena ser corrupto?

¿Los pesos ganados por esa vía, me hacen mejor persona, ayudan a ser un buen ejemplo a mis hijos, o abonan a dejar un México mejor a mis nietos?

Yo he elegido mi camino porque tengo perfectamente claro a dónde quiero llegar y en qué condiciones lo deseo hacer.

¿Y usted?

Creado por:
Marcos Gutiérrez Martínez, Presidente del Sistema Anticorrupción del Estado de Quintana Roo

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